8.20 horas. Amanece el día y descubro con tristeza que es como el anterior, totalmente opaco y ya van siete seguidos. Una niebla densa cubre todo el horizonte y no permite ver más allá de veinte metros. Una niebla persistente se ha instalado entre nosotros, desde hace siete días, ocultando la belleza del valle en ésta época y cegando cualquier atisbo de luz. Presiento que el Universo entero sabe de nuestro dolor y se une a él. Que la madre Tierra y la Naturaleza entienden, y a su manera nos hacen saber que están tristes y lloran, igual que todos nosotros, por los acontecimientos de los últimos días.

16.46 horas. Hemos comenzado nuevo mes y a pesar de ser Noviembre hace un día precioso. El sol brilla en todo su esplendor allá en lo alto, con una intensidad digna de cualquier día de verano. La ventana está abierta y percibo con total claridad, el canto de los pájaros mientras vuelan veloces de un lado para otro, disfrutando de este maravilloso día. Se escucha también de vez en cuando algún que otro ladrido a lo lejos, nada que pueda molestar, al contrario, me agrada porque todo es vida. Sin embargo no sé porqué, decido poner música. Después de darle vueltas durante un rato, me decido por algo que hace mucho tiempo no escucho, al gran maestro Rodrigo y su Concierto de Aranjuez. Sublime.

7.30 horas. Aún es de noche. El sol se vuelve perezoso en esta época del año y no le gusta madrugar. No le culpo, pues a mí me ocurre lo mismo. Hace un buen rato que estoy despierta, acurrucada entre las sábanas esperando la visita de alguien que suele ser muy puntual y hoy se está retrasando. Comienzo a impacientarme por la tardanza hasta que no queda más remedio que aceptar la realidad, entonces me doy cuenta que ha llegado el día de su partida, que hoy ya no vendrá. Sé de antemano que esto sucede cada año, pero una vez más me resisto a ello. Me he acostumbrado a su visita, me voy a dormir cada noche sabiendo que al día siguiente me despertará para darme los buenos días, por eso me resisto a creer que a partir de mañana no volverá. Acaba de irse y ya empiezo a echarle de menos, no puedo evitar sentir un vacío ante su ausencia.

22.54 horas. Hace rato que la oscuridad de la noche ha ido cubriendo todo a su paso y al mirar por la ventana apenas distingo ya el nido de las cigüeñas en el campanario. Comienza a hacer frío, el otoño llegó hace poco más de tres semanas y ya está haciéndose notar. Lo vi llegar despacio, casi de puntillas y suave pero rápidamente se puso manos a la obra. Con un cuidado exquisito comenzó a pintar las hojas de los castaños de amarillos, naranjas, marrones, cobrizos... en fin, toda una paleta de colores conviviendo unos con otros en perfecta armonía.

Me gusta el otoño, me gusta contemplar cómo las hojas se tiñen de colores imprimiendo una belleza impresionante y serena a todo cuanto nos rodea. Me hipnotiza, me atrapa, me enamora.